Homilía Cuarto domingo de Adviento

D. Manuel Palma, en la homilía del cuarto domingo de Adviento, nos hace notar cómo las antífonas de estos últimos días de Adviento van desvelando progresivamente el rostro de aquel que vendrá de un modo evidente. Él es la sabiduría de Dios, el Adonay, el pastor de su pueblo Israel.
Jesucristo nace para ser la plenitud de la gloria en medio de nuestro mundo, de manera que quien quiera encontrar la presencia de Dios tendrá que encontrar su rostro, y descubrir en Él al Dios con nosotros. Él está a nuestro lado y camina junto a nosotros, y nuestros pasos, siguiendo sus huellas, se encaminan a la Salvación.
Hoy la Iglesia nos presenta una figura importante para avanzar en estos últimos días del tiempo santo de Adviento: la figura de San José. Un hombre justo que debió pasar de la justicia de este mundo a la justicia divina. La justicia de los hombres decía que podía repudiar en secreto a la Santísima Virgen María y, sin embargo, la justicia de Dios le pedía una generosidad y una entrega tal que debía descubrir en ese acontecimiento la presencia viva de Dios. San José escuchó la palabra de Dios, creyó en ella contra toda esperanza y estuvo dispuesto a ponerse en camino para cumplir el Mandato Divino: ser en la tierra aquél que hace las veces de padre del Redentor.