Homilía del XIII domingo del tiempo ordinario

En la homilía de hoy, D. Manuel Palma nos hace ver cómo las lecturas con las que nuestra Madre, la Iglesia, nos alimenta en este domingo, nos recuerdan la centralidad del sacramento del Bautismo en nuestra propia vida. Por medio de él, nosotros hemos sido incorporados a Cristo como miembros de su cuerpo. Hemos participado en su muerte sumergiéndonos en el agua bautismal. También nosotros hemos descendido, con Cristo, a la muerte, la muerte del hombre viejo, para ser exaltados, junto a Él, a la vida de la Resurrección, a la vida que no conoce, ya, ocaso.

Es la buena noticia que nosotros descubrimos, una y otra vez, cuando hacemos memoria de este sacramento, con el cual nacimos a la vida de la fe, con el cual fuimos incorporados a la Iglesia y fuimos hechos imagen de Jesucristo. No estamos destinados a la caducidad y a la muerte, sino que vivimos en la esperanza de la Salvación, pues sabemos bien que, con el Bautismo hemos nacido con Cristo a la vida nueva y, muriendo con Él, estamos llamados también a vivir junto a Él eternamente.