Las monjas de Santa Isabel denuncian que los vecinos las están “criminalizando”

Las monjas del convento de Santa Isabel denunciaron este lunes que un grupo de vecinos de San Marcos las están “criminalizando” y lo hacen “incluso con perfiles anónimos en las redes sociales“. “Su objetivo no es controlar el reparto de bocadillos, sino que desaparezca”, apunta en una carta enviada a este periódico Enrique García Cumbreras, director general de la Fundación Madre Dolores Márquez.

La congregación filipense Hijas de María Dolorosa responde así a los vecinos que las señalan como responsables del aumento de inseguridad, incivismo e incivismo en el barrio, que los residentes vinculan a su actividad solidaria. Según éstos, entre las personas a las que asisten hay un elevado porcentaje de delincuentes que luego cometen robos y trafican con droga en el barrio.

Las religiosas consideran una “temeridad” decir que el 80% de las personas necesitadas que acuden al reparto de bocadillos son delincuentes. “Se sabe que una población marginada está compuesta por razones obvias por un perfil variado: hay necesitados, enfermos mentales, delincuentes… de todo”.

“Es verdad que hay vecinos que duermen en la calle, como Paco, que incluso trabaja echando una mano en algún comercio del barrio. Este hombre, conocido por todos, no genera inseguridad alguna. El problema tan sólo es de imagen”, añaden las monjas, que aseguran que el convento tiene una relación fluida con la asociación de vecinos del barrio. “Ha habido varias reuniones y se han producido algunos cambios. Por ejemplo, para minimizar el impacto del tráfico en la calle Hiniesta, a la hora de entrada y salida de los alumnos, se ha habilitado una puerta por la plaza de Santa Isabel para distribuir a los alumnos entre las dos puertas”.

Según el representante del convento, “para minimizar el impacto de imagen por el reparto de bocadillos, se ha reducido la franja de reparto que antes era en horario de mañana y tarde a sólo dos horas”. “Somos sensibles a las propuestas de los vecinos y tratamos de colaborar para que haya buen entendimiento. Desde el convento se ha manifestado en multitud de ocasiones que la actividad no es una expendeduría de bocadillos, sino que las religiosas hacen una labor de escucha y acompañamiento con estas personas necesitadas, conocen a la mayoría por sus nombres y ofrecen un trato digno a estas personas, que no parecen tenerlo cuando salen del convento“. Recuerda que el reparto de bocadillos es una actividad legal, avalada incluso por el Ayuntamiento de Sevilla.

Las monjas aseguran que es “del todo falso” que los niños no jueguen en la plaza de Santa Isabel. “Los domingos, la parroquia de San Marcos hace multitud de talleres al aire libre para los más jóvenes”. “Decir que los chavales ya no hacen ni botellona en la plaza, porque tienen miedo a que les puedan robar es una sentencia falsa. Desgraciadamente se hace botellona muchos fines de semana y desgraciadamente (para algunos) no se puede imputar esto a las religiosas”.

El director general de la Fundación Madre Dolores Márquez admite que hay un problema de imagen, “pero esto no puede ser determinante para afrontar este problema”. “En la raíz del mismo están las necesidades de algunas personas excluidas para la sociedad, que tienen la misma dignidad personal que los no excluidos. Nadie está en la calle por opción personal. Todos quieren un techo donde dormir y un trabajo que les permita ser autosuficientes. Si hemos llegado hasta aquí, podemos decir que, como sociedad, no lo estamos haciendo bien“.

Las monjas continúan su misiva asegurando que es un fracaso de la sociedad que los jóvenes hagan botellona, o que los transeúntes orinen en la calle porque no hay servicios públicos, o que algunas personas se dediquen a llenar las fachadas de graffitis. “En nuestro caso, hemos tratado de dar una primera atención a las personas excluidas. Tratamos de aportar algo a la sociedad, pero para que la sociedad triunfe, necesitamos que todos rememos en la misma dirección”.

La carta termina asegurando que las religiosas “lamentan profundamente el malestar ocasionado”. “Estamos en el barrio desde hace más de 150 años haciendo siempre lo mismo, ayudando a los necesitados. Confiamos en que nuestro granito, con otros muchos, haga de ésta una sociedad mejor. Que así sea”.