El APOR es una asociación de fieles que tiene su origen en 1844.
Nace del convencimiento de que la vida del cristiano, su trabajo y su descanso, con sus alegrías y sufrimientos, es un caudal extraordinario que puede y debe ofrecer a Dios por la salvación del mundo.
Su característica más visible es el ofrecimiento diario.
Sus aspectos básicos son los siguientes:
– Espiritualidad Bautismal:
Por el Bautismo el cristiano se incorpora a la Iglesia, Pueblo de Dios, convirtiéndose en miembro del cuerpo de Cristo. Por la recepción del Espíritu Santo se compromete a hacer de su vida una entrega constante a Cristo. Esta entrega la vive en la Iglesia. Por ello el APOR es una obra eclesial, siendo obispos y párrocos sus directores natos.
– Espiritualidad Eucarística:
El ofrecimiento adquiere su dimensión más plena en la celebración de la Eucaristía. En ella, junto con el pan y el vino, “fruto del trabajo del hombre”, el cristiano ofrece su actividad diaria para que, por la efusión del Espíritu, se conviertan en “pan de vida y bebida de salvación”, y en trabajo redentor para el mundo.
– Amor al Corazón de Jésus:
El APOR contempla en el Corazón de Cristo el centro de su persona y de su entrega amorosa al Padre por la humanidad. Al morir nos entrega el Espíritu, y de su Corazón traspasado manan el Bautismo, la Eucaristía y la vida sacramental de la Iglesia.
– Oración y Servicio:
El bautizado responde afirmativamente a la invitación de Cristo: “Ven y sígueme”, y desde ese momento busca unirse más estrechamente a Él. Fruto de esta llamada es el cultivo de la ORACIÓN, mediante la cual estrecha los lazos de amistad con el Señor, adquiere los mismos sentimientos de Cristo y se sabe enviado por Él en la tarea de evangelizar al mundo mediante el humilde servicio a sus hermanos.
– En unión con María:
María, Madre de la Iglesia, íntimamente asociada a la obra redentora de su Hijo, es modelo de entrega y santidad para todos los miembros del APOR.
– Patronos y pertenencia:
El Apostolado de la Oración, para su animación y promoción, está confiado por el Papa a la Compañía de Jesús, el cual nombra Director General del mismo al Superior General de los jesuitas. Este es ayudado por un Delegado suyo y por los Secretarios Nacionales, a los cuales él mismo nombra. Ellos son quienes se encargan de distribuir las intenciones propuestas por el Papa; en España también se incluyen las que propone la Conferencia Episcopal. Sin embargo, el nombramiento de un Director Diocesano del APOR es incumbencia del obispo de la diócesis correspondiente.