Un grupo rebelde islamista en la República Democrática del Congo ha asesinado a catorce cristianos, en su mayoría jóvenes, en la provincia de Nord Kivu. Los asesinatos, que se produjeron cerca de Eringeti hace unos diez días, fueron llevados a cabo por las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), un grupo afiliado al Estado Islámico desde 2019.
Según las fuentes, los rebeldes obligaron a las víctimas a convertirse al islam, quienes se negaron rotundamente y fueron castigados. Un video escalofriante que muestra la ejecución de uno de los cautivos ha circulado por las redes sociales.
Este tipo de ataques en la región son cada vez más frecuentes. Las aldeas son saqueadas e incendiadas, y los jóvenes cristianos y animistas son secuestrados y adoctrinados para ser convertidos en combatientes.
Estas atrocidades causadas por las ADF no cesan en la provincia congoleña de Nord Kivu. En un nuevo ataque perpetrado en Maji Moto, entre Oicha y Eringeti, al menos cuatro personas fueron asesinadas la noche del jueves al viernes pasado.
Este grupo rebelde, originario de Uganda y con vínculos con el Estado Islámico, ha intensificado su accionar en los últimos meses, obligando al desplazamiento forzado de miles de personas. Su objetivo principal es despoblar zonas ricas en recursos naturales como el cacao, la madera preciosa y el oro, para su posterior explotación y la instalación de campamentos de entrenamiento yihadista.
Para financiar sus operaciones, las ADF recurren al tráfico ilegal de estos recursos y a la recepción de fondos externos. Se ha confirmado la presencia de mercenarios libios, sudaneses y chadianos luchando junto a sus filas, lo que intensifica aún más la preocupación por la situación en la región.
Cabe destacar que, en paralelo a la violencia de las ADF, la provincia también enfrenta la amenaza del M23, grupo rebelde apoyado por Ruanda. Su objetivo principal es el control del tráfico de minerales como el coltan y los diamantes, lo que genera una situación de extrema complejidad y riesgo para la población civil.
A pesar de la gravedad de la situación, la comunidad internacional ha mostrado una alarmante indiferencia, observando el conflicto sin tomar medidas contundentes para detener la escalada de violencia.
La población de Nord Kivu se encuentra atrapada en un escenario de terror y zozobra, sin visos de una solución pronta a la crisis. Es urgente que la comunidad internacional actúe de manera inmediata para proteger a los civiles y poner fin a las atrocidades que se cometen en esta región.