El monasterio de Ziquala, del siglo XII, es uno de los más importantes de la región etíope de Oromo, a 50 kilómetros de la capital del país. Allí vivían cinco religiosos ortodoxos, pero cuatro de ellos han sido secuestrados y asesinados por un grupo de hombres armados que irrumpieron en el complejo monástico.
Los hechos sucedieron el pasado 20 de febrero y todavía continúan las investigaciones para esclarecer lo ocurrido. Las víctimas son Abba Teklemariam Asrat, Abba Kidane Mariam Tilahun, Abba Gebremaryam Abebe y Hailemariam Woldesenbet. Un quinto monje, Kidanemariam Gebresenbet, ha sobrevivido aunque ha resultado herido en el ataque.
La Iglesia ortodoxa ha emitido un comunicado acusando a «militares armados» del ataque y ha expresado su profunda preocupación por la seguridad del patrimonio religioso y de la comunidad monástica. Por ello, piden a las autoridades que proporcionen protección.
Aunque la Iglesia ortodoxa no ha hecho comentarios sobre los autores concretos del ataque, según la prensa local, el monasterio fue ocupado por un grupo de hombres armados vinculados a grupos rebeldes oromo. El Frente de Liberación de Oromo (Oromo Liberation Front, acrónimo ingles OLF) ha pedido una investigación independiente sobre los asesinatos, afirmando que el gobierno regional de Oromia y el gobierno federal «deben dejar de ocultar estos actos criminales y abrir sus respectivos archivos para una investigación independiente».
Además, el OLF denuncia todo tipo de asesinatos de civiles inocentes, «sean quienes sean los autores», y condena «las violaciones de los derechos humanos contra civiles, personalidades públicas, líderes religiosos, mujeres, hombres, jóvenes y ancianos». El Ejército de Liberación Oromo (OLA, brazo armado del OLF), acusado de ser el verdadero autor del ataque, no ha hecho hasta ahora ninguna declaración sobre los asesinatos y las consiguientes acusaciones vertidas contra él por la seguridad de Oromia.