Según informa Bitter Winter (BW), publicación especializada en libertad religiosa y derechos humanos, los objetores de conciencia católicos siguen activos en China. Y siguen siendo perseguidos.
Tras el acuerdo entre el Vaticano y China de 2018, la Santa Sede animó a los católicos a unirse a la otrora excomulgada Iglesia Católica Patriótica, controlada por el Gobierno. También aclaró que aquellos que se niegan a hacerlo por razones de conciencia, aunque no son alentados ni aprobados por el Vaticano, no están excomulgados, siguen siendo parte de la Iglesia católica y deben ser tratados con «respeto».
Sin embargo, según Bitter Winter la forma en que el PCCh está expresando su «respeto» a los objetores de conciencia católicos es arrestándolos. La diócesis de Baoding, una ciudad a nivel de prefectura en la provincia de Hebei, a unos 150 kilómetros de Pekín, se ha convertido en un centro de objeción de conciencia católica.
Los objetores de conciencia impugnan la autoridad del obispo Francis An Shuxin, que en su día formó parte de la Iglesia católica clandestina pero más tarde se unió a la Asociación Patriótica. Las iglesias y seminarios clandestinos que se negaron a unirse a la Iglesia Católica Patriótica fueron objeto de redadas en 2020.
Las organizaciones de derechos humanos han sabido ahora que dos líderes de la objeción de conciencia católica en Baoding, el padre Chi Huitian y el profesor Chen Hekun, que fueron «desaparecidos» en abril, aún no han reaparecido. Otros objetores de conciencia católicos encarcelados en Baoding fueron sometidos a un duro adoctrinamiento en la cárcel.
A pesar de la dura persecución, el movimiento de objetores de conciencia católicos sigue prosperando. No se trata de un grupo de viejos sacerdotes y laicos incapaces de entender los nuevos tiempos. De hecho, la objeción de conciencia parece ser popular entre la juventud católica.