El pasado lunes 3 de abril, por la noche, descalzo y sin nada que llevar consigo, tocó el turno de abandonar territorio nicaragüense con destino a Honduras al misionero claretiano fray Donaciano Alarcón Valdés (49), originario de Colón (Panamá) y párroco de María Auxiliadora, en la localidad de San José de Cusmapa, en la diócesis de Estelí.
Así lo ha informado la Iglesia católica de Panamá por medio de su cuenta de Twitter. La razón aducida por la dictadura para la expulsión fue que el sacerdote panameño sacó la procesión de Semana Santa en lugares alejados de su parroquia y habló «de política» durante sus homilías.
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Según el medio de comunicación de la arquidiócesis de Panamá, «Panorama Católico», fray Donaciano se encuentra en buen estado de salud y en un lugar seguro en San Pedro Sula (Honduras). Ahí fue entrevistado por «Radio Hogar» de Panamá y aseguró, entre otras cosas, que ni organizó precisiones ni habló de política en sus homilías.
Como es costumbre en las dictaduras, la acción en contra de fray Donaciano fue fulminante; no lo dejaron ni siquiera recoger sus documentos personales ni llevar consigo las pocas pertenencias que tenía en la parroquia. “Me dijeron que estaba fuera del país y que no podía regresar más”, dijo a Radio Hogar.
Aunque no fue maltratado físicamente, la presión psicológica y la humillación de la policía leal a Ortega fue humillante: «No sabía qué hacer, lloré un poco…unas señoras me abrazaron y me ayudaron a conseguir un teléfono para comunicarme», dijo.
Según informa el medio arquidiocesano de Ciudad de Panamá, «Panorama Católico», antes de la Misa Crismal había sido detenido y advertido que, si seguía en esa tesitura, podría ser encarcelado o expulsado de Nicaragua.
Si el Evangelio habla de justicia…
«Me acusaban de dedicar mis homilías a nuestro obispo que está preso, monseñor Rolando Álvarez, y también que estaba organizando procesiones y vía crucis en las comunidades que están lejos de la red urbana». (Cabe destacar que, al momento de ser encarcelado, el obispo Álvarez, titular de Matagalpa, era también administrador de la diócesis de Estelí).
«No me interesa hablar de política, pero si el Evangelio toca el tema de la justicia yo no me reservo, yo hablo. Hemos estado en una situación incómoda, solo dije al final de la misa que me sentía asediado», dijo fray Donaciano quien fue montado en un coche de la policía y dejado en lado hondureño a través del paraje conocido como El Espino.
El misionero claretiano –de acuerdo con reportes del periódico «La Estrella de Panamá» — fue despojado de su computadora personal y celular que quedó en poder de la policía de la dictadura que dirige el consuegro de Ortega, Francisco Díaz, conocido como «Paco» Díaz.
Por otra parte, entrevistado por «Panorama Católico», fray Ismael Montero Toyos, superior de los Claretianos de Centroamérica dejó en claro que por la tensión que se vive en Nicaragua, y la feroz persecución que ha emprendido el régimen sandinista en contra de la Iglesia, sabían que en cualquier momento podía pasar.
«La situación es un poco difícil, preferimos que los expulsen a que los metan presos. Solo pedimos que los misioneros puedan seguir acompañando al pueblo de Nicaragua» reiteró fray Ismael a periódico digital de la arquidiócesis de Ciudad de Panamá.
Según «La Estrella de Panamá», esta es la segunda vez que la dictadura sandinista deja a un religioso abandonado en la frontera con Honduras. En la década de los 80, el obispo de la diócesis de Chontales, Pablo Antonio Vega, fue detenido y abandonado en la frontera por ser crítico a la dictadura sandinista que gobernaba en esa época.