El Papa Francisco cumple 87 años



“Parece que hay más de un millón de jóvenes” en Lisboa para la JMJ, “volveré rejuvenecido”. Estas fueron las palabras del Papa Francisco en el vuelo que le trajo a Lisboa, compartidas con los más de 70 periodistas de varios diarios internacionales que le siguen en este 42 viaje apostólico. Un viaje que ha marcado este último año donde a excepción de sus problemas de rodilla y la gripe que pasó hace algunas semanas, el Papa Francisco llega a este 17 de diciembre a los 87 años de edad lleno de proyectos.

Lo confirman quienes han tenido la oportunidad de estar cerca las últimas semanas. La memoria y agilidad mental sigue intacta y sorprende el ritmo incesante de trabajo que mantiene, tratándose de una alguien que a sus 87 años lleva sobre sus hombros el peso de toda la Iglesia.

Pensemos que en la agenda del Papa no hay fines de semana de descanso ni vacaciones. El martes es el único día de la semana en en el que se reduce la intensidad oficial de su agenda habitual, pero el Papa aprovecha para recibir en Santa Marta a innumerables personas. Por fortuna, duerme muy bien, -lo ha asegurado el mismo en numerosas entrevistas- se levanta sobre las cuatro y media de la mañana, y aprovecha para acudir a la capilla para tratar antes ante el Sagrario los asuntos que afrontará el resto de la jornada. Al cabo de casi 11 años, exceptuando a San Juan Pablo II, su pontificado supera al de sus predecesores Juan XXIII ( 5 años) y Benedicto XVI ( 8 años) y no da señales de perder ritmo.

En lo que se refiere a la edad, desde el pasado año se encuentra entre los papas más longevos de la historia. Delante de él la estadística señala sólo a cuatro pontífices: el primero, León XIII, quien murió a los 93 años; después Clemente XII, quien falleció casi a los 88; posteriormente Clemente X (a los 86 años), Pío IX (quien murió tres meses antes de cumplir 86), y a continuación sigue Francisco
Un cumpleaños en compañía de los más pobres

El 17 de diciembre de 2013, el primer cumpleaños que Francisco celebraba como papa, su “limosnero”, el encargado de realizar obras de caridad directamente en su nombre, se le ocurrió invitar a la Misa de las 7 de la mañana en Casa Santa Marta a alguno de los que dormían en los soportales de San Pedro. Cuando iba de camino paró un instante el coche, preguntó a un grupo de los que estaban desperezándose en sus sacos de dormir si querían acompañarle a felicitar a Francisco y rápidamente se subieron tres, un eslovaco, un polaco y un checo, los únicos que cabían en el utilitario del sacerdote. También el perro de uno de ellos, del que no quería separarse. Al pontífice le entusiasmó la idea, que consideró como un regalo. Aquel día desayunaron todos juntos.

A partir de aquel primer cumpleaños, el papa siempre ha tenido algún detalle con los más pobres el día de su cumpleaños, y a través del limosnero ha encontrado la forma de invitarles a un helado, caramelos o a algún postre dulce para completar la fiesta. Incluso a comidas multitudinarias en el Aula Pablo VI.
En el cumpleaños del Papa no faltará la tarta

Como marca la tradición, una pastelería cercana al Vaticano situada en el Borgo Pio preparará una tarta de cumpleaños para el Papa. Cada año, diseño e ingredientes se guardan con total sigilo para que sea una sorpresa y se decora con algún motivo relacionado con el Pontífice. En los últimos años ha estado adornada con diseños del conocido artista urbano italiano Maupal, dibujos de niños de Aleppo, reproducciones en azúcar del pontífice en algún viaje e incluso un año se atrevieron con un San Jorge matando a un dragón.

A margen de esta tarta “oficial”, hasta la residencia de Santa Marta llegarán otros dulces y regalos, que el Papa acostumbra compartir con el resto de residentes o si se trata de grandes cantidades, se envía inmediatamente a comedores atendidos por la diócesis de Roma.

Los cocineros de Santa Marta saben que el plato italiano que más le gusta al pontífice, porque le recuerda a su infancia es la Lasagna. Seguro que en la mesa tampoco faltará el dulce de leche, una debilidad del Papa y las empanadas argentinas de carne.

Por lo demás, la agenda del Papa de ese día no sufre ninguna alteración. El Pontífice trabaja como si se tratara de una jornada habitual y al margen de los cientos de felicitaciones que recibe durante el día, no se realiza ninguna celebración oficial.