No está aquí, ha resucitado como había dicho
“En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: “Vosotras, no temáis, ya se que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado como había dicho”.
Evangelio de San Mateo 28,1-10.
El Sábado Santo celebramos la Vigilia de la Pascua en nuestra Parroquia. Es la noche distinta de todas las demás noches, porque, por la resurrección de Cristo, pasamos de las tinieblas a la luz y de la muerte a la vida.
Nuestros hermanos Jairo y Marta llegaron a nuestra parroquia hace ya un tiempo. Venían buscando al Señor, queriendo que Él estuviera presente en sus vidas. Como los primeros cristianos, buscaban ese encuentro con Dios y el pertenecer a una comunidad cristiana que les acompañase en el camino de la vida. Buscaban la fe en Dios que nos salva y nos lleva a la vida eterna.
Juntos hemos ido caminando, han recibido catequesis, han visitado una obra asistencial de la Iglesia y han cuidado en ella de otros hermanos. Se han sorprendido, han reído, han derramado lágrimas de emoción, también de tristeza, pero, sobre todo, de alegría. La alegría de ir conociendo más a Jesús, de derribar mitos y de reconocer a Dios en el hermano que sufre.
Después de este tiempo caminando, recibiendo catequesis y conociendo más al Señor, han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana en la noche de la Pascua, en la Vigilia, acompañados de sus padrinos.
En las primeras comunidades cristianas, la entrada de nuevos hermanos a la comunidad se producía con una profunda alegría para toda la comunidad. También nosotros, la comunidad cristiana que constituímos la parroquia de Nuestra Señora del Mar, estamos profundamente alegres con ello. Nos queda seguir acompañándolos y seguir siendo cada vez más comunidad cristiana, todos en el Amor de Dios.
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