En la homilía del tercer domingo de Adviento, D Manuel Palma nos indica cómo, en este tercer domingo del tiempo de Adviento, ante la inminencia del nacimiento del Redentor, la Palabra de Dios nos llama a la alegría, a vivir de corazón esa felicidad que procede del cielo, y que nada tiene que ver con las convicciones materiales, con los afectos, ni siquiera con las realidades mundanas.
Cuando nosotros nos alegramos lo hacemos de algo, o con algo, sin embargo S. Pablo nos invita a alegrarnos en el Señor, es decir, a entrar en la comunión con Él hasta el punto de dejarnos tocar por su presencia que nos alegra. La verdadera felicidad es esa que nace del encuentro con Jesucristo.
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