Homilía II domingo de Cuaresma

En la homilía de hoy, D. Manuel Palma nos recuerda que, en este tiempo de Cuaresma, el Señor nos llama a vivir de un modo particular la invocación a la conversión. Cristo mismo nos dirige a nosotros esa llamada que toca lo mas íntimo de nuestro corazón y de nuestra vida: convertíos. Todo el año permanece vigente esa vocación del cristiano. Nuestra vida es una continua vuelta al Señor.

El Señor, a lo largo de su vida pública, va anunciando a sus discípulos su pasión. Dentro de su instrucción, a los apóstoles el Señor les habla de que tendrá que ser rechazado por los hombres. Les habla de la pasión que va a sufrir en primera persona. De cómo sera ajusticiado, de cómo sera llevado a la cruz y allí entregará su vida.

Ese anuncio de la pasión tiene su revés en el anuncio de la resurrección. La experiencia de la transfiguración que Pedro, Santiago y Juan comparten con Jesucristo en ese monte alto, que la tradición sitúa en el Tabor es, sin lugar a dudas, una imagen de lo que significa la resurrección.