En la homilía de hoy, D. Manuel Palma nos recuerda que este domingo la Iglesia nos llama a contemplar la gloria de Dios. El don inmenso donde el Espíritu Santo es el signo de su misericordia y la manifestación más visible de su gloria.
El don del Espíritu Santo es el mayor de los regalos que podemos recibir de Dios, pues no se corresponde con un sentimiento, ni con una circunstancia mundana, ni tampoco con una realidad material. Es el mismo Dios quién se nos da. La tercera persona de la Santísima Trinidad, que viene a nosotros para ser el dulce huésped del alma.
El Espíritu Santo, que comenzamos a recibir el día de nuestro bautismo, y que se nos dio, en plenitud, en el sacramento de la Confirmación. Es el que nos permite ser un solo cuerpo en Cristo, el Señor. Es Aquél que nos guarda, por tanto, en la comunión de la Iglesia. Es el Espíritu Santo el que nos recuerda las palabras de Cristo y suscita en nosotros la oración al Padre.
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