INAUGURADA LA EXPOSICIÓN «EL HOMBRE DE LA SÁBANA SANTA» EN EL CÍRCULO MERCANTIL, CALLE SIERPES, LA CUAL SE PUEDE VISITAR HASTA EL JUEVES 3 DE MARZO

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«Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres » (Jn 8, 32).

Del enigma científico al vertiginoso umbral del misterio

El visitante se enfrenta a este objeto único y todo lo que lo rodea: la Síndone, la mortaja que cubrió el cuerpo de un hombre que fue torturado, crucificado y que, muerto, dejó su impronta en un negativo al que la ciencia no ha dado aún respuesta.

El misterio del hombre ―dice el Concilio― sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado (Gaudium et spes, 22). Fuera de esta perspectiva, el misterio de la existencia personal se torna en un enigma insondable e insoluble.

La tradición católica, desde el inicio, ha rechazado el llamado fideísmo, que es la voluntad de creer contra la razón. Credo quia absurdum (creo porque es absurdo) no es fórmula que interprete la fe católica. Dios, en efecto, no es absurdo, sino que es misterio. El misterio, a su vez, no es irracional, sino sobreabundancia de sentido, de significado, de verdad. (Benedicto XVI. Aud. General, Sala Pablo VI, Miércoles 21 de noviembre de 2012)

De este modo, el conocimiento de fe, no anula el misterio científico; sólo lo hace más evidente. No hay, pues, motivo de competitividad alguna entre la razón y la fe: una complementa a la otra, y cada una tiene su propio espacio de realización, de ahí que el Libro de los Proverbios exclame: «Es gloria de Dios ocultar una cosa, y gloria de los reyes escrutarla» (Prov 25, 2).

«Comprende para creer y cree para comprender» (San Agustín. Discurso 43, 9: PL 38, 258).


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