La Diócesis de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, alertó sobre la masacre de 11 personas, entre ellas dos catequistas, quienes se “resistían a dejar sus hogares a pesar de la violencia, amenazas y hostigamiento de los grupos criminales a sumarse a sus filas”.
El comunicado emitido el 17 de mayo y firmado por Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de la diócesis donde ocurrieron los hechos, relata que el día 12 de mayo, alrededor de las 17:30 horas (hora local), delincuentes del crimen organizado irrumpieron en la comunidad de Nueva Morelia, en el municipio de Chicomuselo, dirigiéndose específicamente a las viviendas de aquellos que aún residían en el lugar.
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En total, 11 personas fueron asesinadas: 6 hombres y 5 mujeres. Entre las víctimas se encontraba una familia completa “reunida en su casa después de la celebración dominical”.
“Luego de darles muerte prendieron fuego a la vivienda y los cuerpos de dos de nuestras hermanas quedaron totalmente calcinados”, denuncia la diócesis mexicana.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas confirmó a ACI Prensa que dos de las personas asesinadas, Ignacio y Teresita de Jesús, eran catequistas de la parroquia San Pedro y San Pablo en Chicomuselo.
Las tierras mexicanas “vuelven a teñirse” de sangre
Mons. Aguilar Martínez lamentó que las tierras mexicanas “vuelven a teñirse por la sangre de nuestros mártires, mujeres y hombres que resisten ante la violencia, que buscan y construyen caminos de paz y justicia por vías pacíficas”.
La comunidad de Nueva Morelia, en el municipio de Chicomuselo, Chiapas, donde ocurrió la masacre, está situada en una región disputada por los grupos criminales conocidos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa (CDS).
El prelado denunció que “nuestros pueblos siguen sufriendo”, en lo que calificó como “una guerra que no tiene fin y nos están llevando como pueblo a ponernos como carne de cañón y barrera humana”.
“Muchas comunidades han quedado vacías por las amenazas, asesinatos y desapariciones, nos han infundido el miedo y el terror, apoderándose de nuestra tierra y territorio, sin que el Estado haga algo por garantizar la vida y la seguridad de los pueblos”, se lee en el comunicado.
El obispo enfatizó que “ante tanta injusticia, la Iglesia no puede ni debe quedarse callada”, e hizo “un llamado urgente a las autoridades competentes a poner su mirada en estas comunidades y pueblos, actuando conforme a derecho”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunció en rueda de prensa del 16 de mayo sobre la masacre, y señaló que una de las “versiones” que se conocen sobre la violencia es “que se están enfrentando dos grupos”. Las autoridades, entre ellas la Guardia Nacional, están “participando” en la pacificación, dijo. “Pero sí ha habido enfrentamientos y, lamentablemente, pérdida de vidas”, reconoció.