Una de las pruebas más abrumadoras sobre la veracidad de los Evangelios es la antigüedad y autenticidad de los manuscritos que nos los han dado a conocer. No hay ningún documento de la Historia Antigua que pueda presentar avales semejantes.
Lo explica Marco Fasol , quien acaba de publicar Jesús de Nazaret: ¿una historia verdadera? Los Evangelios a la luz de la ciencia, en el número de abril de Il Timone:
Los Evangelios, los textos más documentados de la historia antigua
“¿Estamos seguros de que los Evangelios que leemos hoy son exactamente los que se escribieron hace dos mil años? ¿Ha habido manipulaciones, reelaboraciones, añadidos por parte de los amanuenses?”. Los laicistas de hoy consideran conocer ya la respuesta. Según ellos, los creyentes somos unos crédulos ignorantes y los Evangelios son leyendas inventadas a lo largo de los siglos. Pronto descubriremos, sin embargo, quiénes son los verdaderos ignorantes crédulos.
Sabemos que los textos de la Antigüedad, hasta la invención de la imprenta hacia 1450, eran copiados a mano por los amanuenses y por tanto se podrían sospechar alteraciones. Pero un estudio cuidadoso y documentado de los manuscritos antiguos refuta categóricamente estas sospechas. Los manuscritos de todos los textos de la Antigüedad eran copiados en papiros (palmeras egipcias) o en pergaminos fabricados con pieles de animales convenientemente tratadas. Cuanto mayor es el número de manuscritos, mejor documentado se considera el texto.
Textos concordantes
Por ejemplo, de la Ilíada y la Odisea quedan unos 600 manuscritos, lo cual es ¡todo un récord! De hecho, los demás textos antiguos tienen muchos menos manuscritos. Virgilio tiene algo más de 100, Platón solo 11 y lo mismo ocurre con la mayor parte de los autores antiguos. Tácito solo tiene un par y quizá un unicum, que además está incompleto.
¿Y cuántos manuscritos hay del Nuevo Testamento? Una cantidad extraordinaria. Tenemos de hecho más de 5.300 manuscritos griegos, 8.000 manuscritos latinos, ¡miles de traducciones a lenguas antiguas como el armenio, el siríaco, el copto, el georgiano! En total más de 15.000 manuscritos.
Los amanuenses eran casi siempre monjes benedictinos. Entonces podríamos sospechar que ha habido añadidos, cuentos milagrosos inventados por amanuenses facciosos que querían impresionar a la gente. Sin embargo, para asombro de los estudiosos, estos miles de manuscritos son concordantes. Es decir, el texto es el mismo en todos. Por supuesto, hay faltas de ortografía o errores de transcripción, como en cualquier obra humana, pero estos errores nunca afectan al contenido esencial, que es siempre el mismo.
Los amanuenses que transcribían en Roma, Atenas, Antioquía, Damasco, Alejandría… desde luego difícilmente podían ponerse de acuerdo en la manipulación. Todos trasmiten el mismo texto. Por tanto, si nadie dudó nunca de la autenticidad de Platón o de Tácito, con mayor razón nadie debería dudar de la fidelidad de la transmisión de los Evangelios.
Este documental del sacerdote Álvaro García de Movellán Hernainz, producción del canal de Youtube Adjema (Ad Jesum per Mariam), muestra de forma sistemática las razones de la credibilidad de los Evangelios.
Leamos el importante testimonio del cardenal Carlo Maria Martini, biblista y filólogo de fama mundial: “El estudio de los manuscritos es una auténtica aventura científica llevada a cabo con el soporte de una documentación amplia y precisa. Y el descubrimiento fundamental siempre es el de un texto sorprendente que, a pesar del paso de los siglos y de las múltiples transcripciones, se ha conservado fielmente” (prólogo a la edición italiana del Nuevo Testamento Griego de Nestle-Aland).
Proximidad a los hechos
A los 15.000 manuscritos hay que añadir las citas bíblicas de los escritores de los dos primeros siglos, difundidas desde Europa hasta el norte de África y Asia: más de 20.000 citas. Se podría rastrear el texto original de los Evangelios simplemente partiendo de estas citas antiguas. No solo es importante el número de manuscritos, sino su antigüedad.
También en este caso, la comparación con los autores de la antigüedad clásica es impresionante. El autor clásico con el manuscrito más antiguo es Virgilio; un fragmento copiado unos 350 años después de la muerte del poeta. En el caso de César, el códice mas antiguo se remonta 900 años del original, y para todos los demás autores antiguos, la distancia es siempre de varios siglos.
Para el Nuevo Testamento, en cambio, poseemos centenares de manuscritos que se remontan a los primeros siglos. En el caso de algunos papiros, la distancia entre el texto autógrafo y el manuscrito más antiguo es solo de unas decenas de años.
La datación se formula a partir de criterios paleográficos (tipologías de escritura), comparativos, arqueológicos y químicos. Los manuscritos más antiguos refutan definitivamente las acusaciones secularistas de manipulaciones y fideísmo.
Probablemente, el manuscrito más antiguo es el Papiro Rylands (P 52). Data del año 125 d.C. y contiene 114 letras griegas del Evangelio de Juan. Por tanto, el último Evangelio no pudo escribirse, como dicen algunos eruditos, en el 150 o 200 d.C., sino entre el 90 y el 100 d.C., porque, para que llegara a Egipto, tuvo que pasar aproximadamente una generación.
También es muy antiguo el Papiro Bodmer II (P 66), que contiene el Evangelio de Juan casi completo: data de mediados del siglo II. Las 104 páginas conservadas concuerdan perfectamente con los principales manuscritos del siglo IV (códices Vaticano, Sinaítico, Alejandrino…). Demuestran así una estricta fidelidad en el copiado por parte de los amanuenses.
Otros papiros importantes y muy antiguos son el Papiro Bodmer XIV y XV (P 75) y el Papiro Chester Beatty (P 46), todos ellos del siglo II.
Los “códices mayores”
Existen además los “códices mayores”, como el Codex Vaticanus (B 03), 1.500 páginas: el Codex Sinaiticus (01, Londres, British Library), 347 folios; el Codex Alexandrinus (A 02, Londres), 773 páginas. Todos de principios del siglo IV.
Por último, no podemos olvidar el que tal vez sea el papiro más antiguo que existe y que, sin embargo, no goza de un consenso unánime entre los estudiosos. Se trata del Papiro 7Q5 (Rockefeller Library, Jerusalén). Data de alrededor del año 50, ¡apenas veinte años después de los hechos! Fue descubierto en la séptima cueva de Qumrán. Contiene solo 11 letras alfabéticas completas y 8 parciales, dispuestas en 5 líneas. Un estudio de todas las combinaciones posibles (una investigación computerizada llevada a cabo en la Universidad de California Irvine analizó toda la literatura griega: 3.700 autores, 91 millones de letras) muestra que la única compatible es Mc 6, 52-53.
En 1972, el papirólogo español Josep O’Callaghan Martínez (1922-2001) identificó el papiro 7Q5 como perteneciente al Evangelio de San Marcos, una identificación respaldada después por su colega Carsten Thiede (1952-2004). Si esto es así, el texto evangélico sería menos de veinte años posterior a la muerte de Jesucristo.
La comisión internacional de filólogos y papirólogos más prestigiosos del mundo acordó publicar en 2012 el texto estándar del Nuevo Testamento en la lengua original griega. Se trata de la edición nº 28, que se basa en cinco siglos de estudios de los manuscritos y garantiza con seguridad la fidelidad de la transmisión.
Las variantes, que nunca afectan a la sustancia del contenido, son recogidas puntualmente, página por página, en esta edición del Novum Testamentum Graece, a cargo de Nestle-Aland, por lo que es fácil desmentir, página por página, cualquier teoría sobre manipulaciones o reelaboraciones inexistentes. Los amanuenses nos han transmitido, por tanto, los Evangelios tal y como los escribieron los primeros discípulos del Maestro. Nuestras madres y nuestros padres, que nos confiaron los Evangelios, no nos engañaron.