Misa de récord en Uganda: millones de personas en el Día de los Mártires



Juan Pablo II solía repetir que Hispanoamérica era el «continente de la esperanza» para la Iglesia católica. Sin desmerecer esa apreciación, África también pugna por ese título. Si en 1900 el número de católicos en el continente negro era de tan solo 2 millones de personas, un siglo más tarde la cifra rondaba los 236 millones de fieles. Parte de este espectacular incremento se debe al testimonio de los mártires, como el de san Carlos Lwanga y 24 jóvenes conversos al cristianismo, que fueron martirizados en 1886 en Namugongo por orden del rey Mwanga.

Sobre la tierra que fue regada con su sangre se construyó posteriormente el santuario de los Mártires de Uganda, donde cada 3 de junio se celebra una multitudinaria misa desde hace 60 años por el Día de los Mártires. Este año, millones de personas –el National Catholic Register habla de una asistencia cercana a los cuatro millones– han vuelto a darse cita en la explanada para honrar su memoria. El propio presidente ugandés, Yoweri Museveni, quiso estar presente en la eucaristía que celebró el arzobispo de Gulu, monseñor Raphael p’Mony Wokorach.

La inmensa multitud provenía de decenas de países: desde los más próximos como Kenia, Ruanda, Tanzania, Sudán del Sur o la República Democrática del Congo, hasta otras naciones africanas más lejanas como Camerún, Botswana y Sudáfrica. Los organizadores explicaron que algunos peregrinos procedían incluso de países como Argentina, Dinamarca, Colombia y Australia.
Trece días de peregrinación

La agencia de noticias de El Vaticano ya informó que, por ejemplo, 820 peregrinos ugandeses de la diócesis de Lira comenzaron a recorrer los 380 kilómetros que les separaban de Namugongo el pasado 18 de mayo, y llegaron a su destino 13 días después.

En su homilía durante la misa, monseñor Raphael p’Mony Wokorach destacó que los mártires ugandeses que fueron perseguidos entre 1885 y 1887 por Mwanga II, el kabaka (rey) de Buganda, «tomaron en serio la palabra de Dios». «Parte del problema que los enfrentó con el kabaka fue que los domingos iban a orar y no se quedaban en el palacio del rey», señaló el arzobispo. En su discurso, el prelado también elogió al Parlamento de Uganda por su reciente decisión de rechazar los matrimonios entre personas del mismo sexo que se había propuesto en el país. Calificó la acción de los parlamentarios como «de gran valentía» y añadió: «Sabemos que los signos del mal siguen arraigados entre nosotros. Cómo me gustaría que los mismos responsables políticos también pudieran dedicar la misma energía a combatir la corrupción», concluyó.