Pinturas murales en Nuestra Señora del Mar.

Las pinturas que decoran el muro interior de entrada a la parroquia representan dos
escenas bíblicas ¾una del antiguo testamento y otra del nuevo¾ que tienen como
escenario el mar y, por lo tanto, están relacionadas a nivel temático con la
advocación de la titular de nuestra parroquia, Nuestra Señora del Mar.
La pintura de la Izquierda representa la escena del libro del Éxodo (Ex 14, 21-31) en
la que Yahveh abre el Mar Rojo para salvar a su pueblo, que huye de la esclavitud
de Egipto, guiado por Moisés y perseguido por los carros del faraón y su ejército.
Moisés a la derecha aparece con los brazos elevados en actitud de oración, pidiendo
a Dios que salve a su pueblo. Junto a él, se encuentra la vara con la que golpeó el
mar y las aguas se abrieron quedando a derecha e izquierda, como una muralla,
para que el pueblo de Dios atravesara el mar rojo a pie enjuto.
La primera figura del grupo de israelitas es Aarón, hermano de Moisés y sumo
sacerdote, que aparece con las vestiduras sacerdotales y la vara de almendro en
flor, como signo de la elección de Dios sobre él.
La columna de fuego y humo que guía al pueblo desde la salida de Egipto hasta la
entrada a la tierra prometida simboliza la presencia de Dios.
Esta escena representa la acción poderosa de un Dios que, por amor a su pueblo, lo
salva de la esclavitud del faraón abriendo el mar rojo, símbolo de muerte.
Igualmente, hoy, Dios interviene en los pequeños y grandes acontecimientos de la
vida de los hombres, oyendo sus súplicas, salvando y liberando de tantas
esclavitudes.
En el mural de la derecha se representa la escena del evangelio de San Juan (Jn 21,
4-14), de la pesca milagrosa, en la que Jesús resucitado se aparece por tercera vez
a los apóstoles junto al lago de Tiberíades.
Dice el pasaje que los apóstoles salen a pescar y después de estar toda la noche
bregando, no pescaron nada. Cuando vuelven a la orilla ven a Jesús que les
pregunta si tienen pescado, ellos dicen que no y Él les responde “echad la red a la
derecha de la barca y encontraréis”. Así lo hicieron y no podían sacarla porque
estaba repleta de peces.
En la barca se pueden ver las figuras de siete apóstoles: de izquierda a derecha San
Pedro, Tomás (el mellizo), Natanael, dos discípulos cuyos nombres no menciona y
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo.
Jesucristo es el Nuevo Moisés que salva definitivamente a su pueblo de la esclavitud
del pecado y de la muerte.
Aparece vestido de blanco, el color de la resurrección y, con las heridas de la
crucifixión bien visibles, bendice a los apóstoles, portando un rollo que representa su
Palabra.
Junto a Él aparece representado el alimento que les ha preparado: un pan y un
pescado asado sobre unas brasas, que son un símbolo de la eucaristía.
San Agustín dice que el pez asado en las brasas representa a Cristo crucificado, por
eso, en el mural, las brasas tienen forma de cruz.

El pan y el pescado recuerdan igualmente la escena de la multiplicación de los
panes y los peces, que es una prefiguración también del banquete eucarístico.
Esta escena simboliza la evangelización. El Señor anunció a Pedro en su llamada
que les haría pescadores de hombres. Si el mar simboliza la muerte, la misión
evangelizadora supone la salvación de los hombres de la muerte y el inicio de una
vida nueva caminando humildemente de la mano del Salvador que ha abierto el
camino a la vida eterna.
El mural hace presente el encuentro con Jesucristo resucitado que nos envía a la
evangelización, la misión de la Iglesia, y el alimento primordial de las almas, la
Eucaristía, que es su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Desde el punto de vista formal, en ambos murales hay un predominio de formas
simples, con poco detalle, con un concepto plano, sin apenas volumen, como el
icono bizantino que intenta plasmar el eterno presente en el que Dios habita.
El lenguaje pictórico está inserto en la tradición de la Iglesia, pero buscando una
estética más actual, simplificada y de comprensión inmediata por todos.
El efecto dinámico es muy importante, ya que refleja el dinamismo de la vida de la fe,
del seguimiento de Cristo. Por eso predominan las líneas curvas y ondulantes en las
y la asimetría.
Benedicto XVI decía que también la imagen es predicación evangélica y que hoy
más que nunca, en la civilización de la imagen, la imagen sagrada puede expresar
mucho más que la misma palabra