Reseña de la segunda sesión de formación

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En esta segunda sesión de formación, hemos tenido la oportunidad de recibir a D. Pablo Díez, que ahondó en el pasaje de las bienaventuzas, explicando su significado, y su relación con el juicio final.

Como preámbulo, D. Pablo nos hizo notar que Jesucristo, a diferencia de otros profetas y maestros, promulga la ley con otro talante: Desde la posición de Dios.

Llegados a este punto, D. Pablo nos fue detallando el significado de cada bienaventuranza:

En la primera, Jesucristo hace referencia a los pobres de espíritu. Sabemos que Jesús tiene una opción preferencial por la gente marginada. No solo económicamente, sino también socialmente. Pero además de ello, vemos como existe otro tipo de pobreza: en actitud religiosa. Aquí, cuando Jesucristo habla de los pobres de espíritu, se refiere a ello. Jesús pide vivir en una actitud en la que no dependamos de las riquezas que tenemos. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que la miseria no es una especie de cheque en blanco. Lo que pide Jesús es el desprendimiento absoluto.

En la segunda bienaventuranza hace referencia a la mansedumbre, que es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Nos invita a no usar la violencia incluso si los objetivos que buscamos conseguir tienen un fin bueno.

La tercera es continuista con la anterior, habla de los que lloran. Ante el dolor, Jesús lo que propone es asumirlo y acojernos a la voluntad de Dios en esta situación. El dolor es inherente al humano. Podemos no entenderlo, pero sabemos, sin embargo, que el dolor es causa de crecimiento. El dolor nos hace madurar.

En la cuarta, Jesucristo hace referencia a la justicia. Sin embargo, para un judío, cuando se habla de la justicia es una aceptación y escrutinio de la voluntad de Dios. Aquí nos pide estar sediento de conocer los planes de Dios para con nosotros.

En la quinta bienaventuranza, Jesucristo nos habla de la misericordia. Para vivirla adecuadamente, nos tenemos que poner en la piel del otro. Uno se compadece de otro porque ha conectado con su experiencia. Para ello, debe practicarse desde dentro, no desde arriba (viendo al otro como inferior y dirigiéndolo), ni desde fuera (viéndolo como interés propio).

En la sexta, Jesús toca el tema de la limpieza de corazón. En aquella época, en el mundo judío tener limpieza de corazón significaba seguir una vida ordenada, pero el evangelio lo ve como estar en unas condiciones adecuadas para tener un encuentro con Dios. Nuestros sentimientos y actitudes deben estar enfocarse a esto.

En la siguiente bienaventuranza, Jesús nos habla de los que son perseguidos por causa de la justicia. En aquellos tiempos, declararse cristiano implicaba vivir marginado y al margen de la ley. Jesucristo, en esta bienaventuranza, daba esperanza a todos los cristianos y los animaba a estar preparados para una persecución por ser creyentes.

En la última bienaventuranza, Jesucristo completa la anterior diciéndonos que cuando nos encontremos en situaciones en las que nos persigan, calumnien, o injurien por su nombre, nos hemos de sentir dichosos por ello.

D. Pablo nos recuerda que si desterramos a Dios de nuestra vida, nos iremos convirtiendo en extraños para el. Si enfocamos nuestra vida en la parte material, estaremos centrándonos en algo que no podremos sacar de este mundo. Nos arriesgamos a quedarnos con las manos vacías, y perder la oportunidad de cultivar la relación con Dios.

Precisamente el tema que hemos tratado, las bienaventuranzas, son él prólogo que capacita al hombre para afrontar el juicio final. La preparación para el encuentro definitivo con Dios.


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