La violencia campa a sus anchas en las calles de Haití. Seis hermanos del Sagrado Corazón han sido secuestrados por un grupo hombres armados cuando se dirigían a la misión École Jean XXIII. «Rezamos por su liberación y por el fin de esta plaga de inseguridad», han escrito los religiosos y religiosas locales en un comunicado, en el que también recuerdan que esta escuela es la única que sigue funcionando en la zona de alto peligro de Puerto Príncipe. En la capital, ha sido también hecho cautivo un sacerdote que se dirigía a celebrar misa en la capilla de Nuestra Señora de Fátima, en el barrio del Bicentenario.
Estos dos secuestros se producen apenas unos días después de que el obispo Pierre-André Dumas, de Anse-à-Veau y Miragoâne, haya tenido que ser intervenido quirúrgicamente tras resultar herido en una explosión en la casa en la que se alojaba durante su visita a Puerto Príncipe. El obispo se encuentra mejor y, según informan fuentes locales, ya puede comer. En los próximos días va a ser trasladado a un hospital de Miami.
La inestabilidad en el país caribeño hace que la situación se agrave. Las autoridades no son capaces de controlar a las bandas que hacen estragos sobre todo en la capital. Sacerdotes y religiosos son a menudo el objetivo de los secuestros por parte de los grupos criminales, que se sienten atraídos por la idea de que la Iglesia haitiana es rica y puede pagarles el rescate.
El último episodio grave ocurrió hace aproximadamente un mes, cuando seis monjas fueron secuestradas mientras viajaban en autobús. Entonces, el Papa Francisco, durante el Ángelus del 21 de enero, dirigió una oración «por la armonía social» en Haití y una invitación a todos «para poner fin a la violencia que causa tanto sufrimiento a esa querida población».