Han esperado a que terminara el rezo del Ángelus y luego lo encontraron, lo saludaron y se sentaron a la mesa con él. Los pobres y sus acompañantes, más de 1.200 personas en total, llenaron el Aula Pablo VI, transformada para la ocasión en un gran e insólito restaurante, para el habitual almuerzo con el Papa Francisco, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres que se celebra este 19 de noviembre. Antes de comenzar, el Papa dio la bendición, agradeciendo a Dios por el “momento de amistad, todos juntos”, por la comida, por quienes la prepararon.
Las mesas decoradas con flores blancas y amarillas, sirvieron de escenario para fotografías y selfis que inmortalizaron un momento inolvidable de acogida, atención, cuidado y amor hacia todos aquellos que durante el resto del año viven en las calles, en la indiferencia de la ciudad y quien hoy compartieron la mesa con el Pontífice.
Un almuerzo organizado por el Dicasterio para el Servicio de la Caridad y ofrecido este año por los hoteles Hilton, con un menú dedicado a todos, incluso a aquellos que no son cristianos y, por tanto, están obligados a observar determinadas normas alimentarias propias de su religión. Y así, después de los canelones rellenos de ricotta romana DOP y espinacas en salsa al Parmigiano Reggiano DOP, se pudo degustar las albóndigas de carne blanca salteadas con crema de tomate San Marzano y albahaca con puré de coliflor, para concluir con los postres: tiramisú y bollería.
Antes de partir, el Papa Francisco bendijo y agradeció a todos los que contribuyeron a organizar y servir el almuerzo en un ambiente de gran celebración, a los que ayudaron materialmente para que pudiera realizarse y, naturalmente, a todos los presentes que compartieron este espíritu.
Su contribución a una gran misión: apoyarnos para llevar la palabra del Papa a todos los hogares