El pasado viernes 18 de marzo de 2022, al concluir la misa vespertina, celebramos el vía crucis por el Templo y jardines de nuestra Parroquia.
El vía crucis del Hijo de Dios no fue simplemente el camino vacío hacia el lugar del suplicio. Cada paso, cada gesto o palabra suya, así como todos aquellos que tomaron parte en este drama, nos interpela ahora profundamente en nuestra vida de cuaresma.
El misterio del hombre ―dice el Concilio― sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 22).
Reflexionemos durante estos días de Cuaresma con particular intensidad sobre el contenido de aquellos acontecimientos, tan dramáticos como redentores, para que nos hablen con renovado vigor a la mente y al corazón y nos unan; en una auténtica unión mística amorosa, a la pasión, muerte y resurrección de nuestro Salvador.
Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz.